Qué es
Las convulsiones febriles (CV) son convulsiones producidas por la existencia de un proceso febril en ausencia que se producen en la infancia.
Se excluyen las convulsiones debidas a un infección intracraneal o de otra causa neurológica, las producidas por alteraciones metabólicas o deshidratación o las que aparecen en niños que ya han sufrido convulsiones previas afebriles.
Afectan a un 3-5% de la población infantil. Aunque la frecuencia es mayor entre los 6 meses t los 5 años de edad, existe un pico máximo entre los 17 meses y los 23. Son más frecuentes en varones.
Cuando aparecen, suele ser con fiebre habitualmente superior a 38ºC y generalmente el primer día del proceso febril.
Existe una predisposición genética a las CF, con presencia de antecedentes familiares en hasta el 30% de los niños.
No implican el diagnóstico de epilepsia, siendo un fenómeno transitorio dependiente de la edad.
Cómo se producen
Suelen aparecer con fiebre superior a 38ºC, coincidiendo con una elevación o descenso brusco de la temperatura y durante el primer día del proceso febril.
Los factores precipitantes puede ser cualquier proceso febril, generalmente infecciones de las vías respiratorias, pero también infecciones gastrointestinales como la salmonelosis o tras vacunaciones (tos ferina o sarampión).
Sintomatología
Cursa habitualmente en forma de crisis muy breves, tónicas o clónicas y únicas (una sola crisis durante el proceso febril) en un 85-90% de los casos, denominándose crisis simples o típicas.
En un 10-15% la duración de las convulsiones puede ser mayor a 15 minutos, son múltiples y se afecta una sola parte del cuerpo (un brazo, una pierna, etc..) con recuperación posterior a la crisis más prolongado. Son las denominadas crisis complejas o atípicas pudiendo dejar como secuelas cerebrales permanentes como retraso mental, hemiplejia o epilepsia. Aparecen sobre todo en niños menores de un año con alguna anomalía neurológica previa.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en un una buena anamnesis (interrogatorio) y una exploración física completa dirigidas a detectar el origen de la fiebre y descartar una infección del sistema nervioso central u otra alteración neurológica.
Para el diagnóstico de CF es necesario que la fiebre preceda a la convulsión. La edad del niño y los antecedentes familiares de CF pueden sugerir el diagnóstico.
En el caso que esto se cumpla y se trate de crisis simples, en la mayoría de los casos no será necesaria la realización de pruebas complementarias. En el caso de crisis atípicas puede ser necesaria la realización de una punción lumbar sobre todo para descartar la infección de las meninges (meningitis) y un electroencefalograma.
En la mayoría de los casos es necesario realizar un TAC cerebral.
Tratamiento
Durante la crisis es importante dejar al niño en el suelo y retirar de su entorno cualquier elemento que pudiera causarle daño. No está indicado colocarle ningún objeto en la boca por riesgo de obstrucción de las vías aéreas y se debe colocar al niño en posición de lado para evitar ahogos con sus propios vómitos.
Para ello la familia debe conocer la naturaleza de las crisis convulsivas para poder actuar de la forma más calmada posible.
Es recomendable la evaluación médica del niño para identificar y tratar el proceso causal como para explicar las medidas básicas durante las crisis, por las recurrencias que pueden aparecer (hasta un 34% tras una primera CF, más en menores de 1 año y durante el primer años después de la crisis febril convulsiva).
El tratamiento de la fiebre se hará con ibuprofeno por vía oral siempre que ésta sea posible. En caso contrario se utilizará la vía rectal.
En casos de crisis prolongada se tratan con diazepan, disponibles en presentación rectal.
El tratamiento preventivo a largo plazo con fármacos anticonvulsivos debe limitarse al máximo en aquellos pacientes en los que se quiera impedir las recurrencias de las CF, evitar las crisis prolongadas o evitar la angustia familiar ante nuevos episodios de CF. Sin embargo, se conoce que no hay reducción del riesgo de epilepsia por el tratamiento preventivo y el tratamiento anticonvulsivante no está exento de efectos secundarios.
Como medida preventiva eficaz es evitar las elevaciones bruscas de temperatura ya sea de forma farmacológica o no como baños de agua templada por ejemplo.
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